domingo, 2 de julio de 2017

CRIAR EN LIBERTAD por Mon Gómez

¿Para qué criar en libertad, para qué no dirigir a los niños?

El ser humano se desarrolla de dentro hacia afuera en un proceso de elección de opciones mediante las que va consiguiendo del exterior aquello que necesita para crecer y vivir plenamente. Ese desarrollo no lo podemos forzar. Hacerlo, más que garantizar que se dé con rapidez, lo entorpece. Tiene un ritmo natural y respetarlo ayuda a que se dé en plenitud.

Tampoco  podemos saber a ciencia cierta qué es lo que necesita otro ser humano a priori. En el caso de los niños hay necesidades básicas fundamentales como contacto, respeto, disponibilidad, mirada, escucha, presencia, confirmación, validación… más qué necesita cada niño en cada momento, con qué del mundo necesita contactar para seguir evolucionando nadie más que él mismo lo sabe. Va a ser su conexión sagrada con su ser la que lo conecte con qué le hace falta en cada momento e irá hacia ello si no lo interrumpimos. Al igual que el bebé sabe si tiene frío, hambre, necesidad de contacto y lo solicita, el niño va a ir realizando este mismo proceso contactando con necesidades más complejas. En los primeros años necesidades motrices, afectivas y sensoriales, de exploración del mundo y regreso al nido y, posteriormente, esta gama se ampliará con necesidades vinculadas a lo cognitivo, lo social y lo moral hasta llegar a la adolescencia.

En contacto consigo el niño busca lo que necesita del exterior y lo integra en un proceso de juego libre innato, no condicionado. Acompañar este proceso vital proporcionará un desarrollo completo del niño, acompasado con la naturaleza.

Decía Rebeca Wild que nos vendría bien ponernos un esparadrapo en la boca más a menudo a los adultos, dada la condición directiva o manipuladora del lenguaje tal como lo usamos, y creo que también es interesante hacerlo a causa de nuestro abuso del empleo de la palabra como sustituta de nuestra genuina presencia. 

Estoy totalmente de acuerdo con Rebeca en la necesidad de mayor silencio en el acompañamiento y además yo os propongo que …

…probéis a dar dos pasos hacia atrás.

¿Para qué?

…para crear un espacio de libertad. 


Y digo dos pasos hacia atrás, no que desaparezcáis de escena. Es decir, que haya permiso explícito de ser, de estar en libertad, de que el niño ejerza su autonomía desde la mirada amorosa y de aceptación del adulto y no desde la ausencia. Si me voy, no hay presencia. Y esto a medida que crecen es interesante y sano (ellos mismos van pidiendo tiempos sin adultos) más si me voy porque no sostengo la libertad y sus consecuencias,  el trabajo me toca hacerlo conmigo mismo pues los niños sí necesitan nuestra validación, mirada, confirmación, y la merecen, y yo, como madre, me merezco dársela, y dársela sin “robarles” (copio a Vega Martín) sus descubrimientos y habilidades.

Así que...¿Para qué dar dos pasos hacia atrás?
  • para que los niños decidan en aquello en que la naturaleza les proporciona posibilidad de desarrollo (depende de su etapa evolutiva). Los ejemplos que he elegido son de niños de entre 2 y 6 años, en etapa preoperativa. La naturaleza los sitúa en un momento evolutivo donde se desarrollan sus habilidades motrices, afectivas y sensoriales;
  • para que los niños exploren su creatividad atendiendo a su posibilidad de elegir y generen seguridad en sí mismos, confianza, capacidad para equivocarse y acertar lícita;
  • para que los niños respiren entre su dependencia y su autonomía, permitiéndose llegar a lo que sí pueden conseguir y tocar con aquello para lo que aún no están preparados y en ambos lugares ser acompañados y poder acompañarse poco a poco ellos mismos.

Voy a ofreceros algunos ejemplos prácticos y recientes de nuestro ambiente y familia para ilustrar a qué me refiero con “ dar dos pasos hacia atrás”:

1. Phil tiene 2 años. Ha cogido un carrito de pasear a los muñecos que está aparcado en la zona de carros, en el eucalipto grande. El carrito está plegado, Phil dice: “abrir”. La mamá lo está observando de cerca y lo escucha, y está tentada de acercarse aún más a abrir el carrito que está usando Phil, pero esta vez decide no intervenir y seguir muy atenta, y sí hacer patente su presencia describiéndole al niño lo que ve que va haciendo puntualmente o repitiendo lo que el niño va diciendo. Entonces, Phil empieza a jugar con el lenguaje egocéntrico diciendo: “abrir, cerrar, abrir, cerrar (…)” y está así cantando un buen rato, explorando esas palabras antónimas mientras trata de abrir el carro con su gesto, mas no consigue  así que decide empujarlo a  ver cómo rueda plegado, y puede rodarlo y sigue jugando a decir “abrir, cerrar” y sigue un largo rato concentrado con este juego que ha aparecido en su vida.

Cuando terminamos el acompañamiento la mamá me dice: “he estado a punto de intervenir, y me he quedado emocionada de ver lo que pasaba, cómo el juego se transformaba y él estaba concentrado. Creo que si se lo hubiera abierto hubiese terminado mucho antes su juego… en realidad  estaría anticipando su juego”.

Ese mismo día también decidió no intervenir y confiar en los recursos de su hijo cuando en la mesa de agua lo mojaron y no le gustó. Le dio tiempo a frenar su automatismo para no resolver la situación por él y elegir una respuesta consciente: esperar, lo cual proporcionó a Phil la posibilidad de decir: “No”, alto y claro, al otro peque que lo había mojado en el juego. El otro lo entendió y lo respetó.

Phil pudo hacer gala de su asertividad y de su exploración en el juego en ambas situaciones.

En estas dos situaciones vemos cómo al no interferir el desarrollo motriz fino ni el desarrollo social, los recursos del niño, acompañado por la mirada y la validación de su madre, en presencia y cercanía, son nutritivos y regulan su actividad para que se dé de forma relajada, autónoma y en libertad.

2.- Marina tiene 3 años. Está jugando en manualidades y quiere cortar un papel con las tijeras. La mamá acostumbraba a hacerlo por ella hoy ha tomado una decisión diferente: está decidida a confiar en los recursos de Marina. Así que cuando la niña no consigue y le pide que lo haga por ella, la mamá se retira manteniéndose cerca y le dice: “yo te estoy acompañando”, con claridad y confianza. Marina está un rato largo con la lengua fuera de la boca tratando de recortar hasta que ¡consigue!, encuentra su manera de sostener el papel con los dedos haciendo pinza y recortar tal como deseaba con la otra mano. Está muy satisfecha de haberlo logrado, también su madre está contenta y se encuentra su mirada de alegría con la de mamá que la acoge y atiende.

3.- René tiene 5 años, casi 6. Lleva una temporada inventando y construyendo objetos. Hoy quiere construir con una botella de plástico un objeto para lanzar  palitos largos y finos. Para hacerlo manifiesta que es necesario estrechar un lateral de la botella para dar forma a un canal por donde lanzará los palitos, mas no atina a saber cómo hacerlo así que se acerca a su mamá y le pregunta. La madre lo acompaña con mucha atención: “va a ser interesante saber qué ideas se te ocurren” y mantiene silencio, curiosa y conectada emocionalmente con su hijo. El niño repite que quiere que ella le diga cómo lo haría, la madre espera un poco y le dice que “ese juego que ha inventado es su juego” (se le pasa por la cabeza la posibilidad de responderle que puede pegar la botella con pegamento para que quede con aquella forma mas decide esperar y confiar).

 A los pocos segundos René responde: “¡ya sé!”. Entonces, toma unas tijeras y agujerea la botella por ambos lados, toma una pluma de pavo real que está tirada en el suelo, la corta dejando la zona central y la coloca entre un agujero y otro de tal manera que la cruza y puede deformar la botella tal como él quería;  sigue con este proceso de agujerear a ambos lados, cortar plumas a medida y pasarlas por los agujeros a través de la botella a todo lo largo del lateral  que quiere estrechar…¡hasta que consigue el canal!: ¡qué ingeniosa idea! ¿qué adulto le hubiera podido contestar con tal ingenio? Es más, ¿qué de creatividad y posibilidades le restaríamos si nos adelantásemos, por no confiar en su capacidad o temer su frustración?

Confiar en la vida, en el desarrollo de la vida en los niños, sabiendo que son dependientes de nuestro amor, aceptación, mirada, escucha, validación, disponibilidad, y que también son autónomos en la consecución de aquello para lo que la naturaleza los ha dotado en cada etapa de desarrollo. Este respeto y confianza en sus posibilidades es el camino para que crezcan con una relación sana con sus posibilidades de hacer, relacionarse, ser y percibir su realidad.

Aunque tiremos de los tallos de la planta para que crezca, no conseguiremos acelerarla, como mucho sus condiciones serán menos óptimas o, tal vez, se tronche algún tallo en el intento. La planta va a ser lo que pueda y venga a ser atendiendo a su semilla, de la que nació, a su semilla de posibilidades que es. Un pino no es mejor que un castaño, ni peor, es, y va a ser un maravilloso pino si las condiciones ambientales son óptimas: el agua del amor, la tierra de la disponibilidad, el aire del respeto; al igual que un castaño será un hermoso castaño si se dan las condiciones ambientales suficientes. Ahora, como nos empeñemos en que un pino sea un castaño, o en que ya es hora de que mida un metro o le vayamos cortando por aquí y por allá para que parezca un seto… ¡ohhh qué violencia tan prepotente aquella que acelera lo que la naturaleza da en su curso, que no ve la bondad de cada forma de vida o cree saber mejor que otros lo que necesitan los demás!.


Humildad y paciencia, y la vida se despliega en todo su ser.

Y, si pruebas a dar los dos pasos hacia atrás, me encantaría que nos contases qué ha pasado con esto, cómo ha sido para ti.


Tanto en los grupos de acompañamiento y formaciones como en las observaciones y devoluciones, que llevo supervisando años en mi ambiente preparado, puedes empezar a acompañar desde el respeto y la libertad y  entrenar esa parte de ti misma para llevártela a casa después, y seguir en tu casa acompañando desde la libertad. 
Con la intención no es suficiente en ocasiones y es útil el apoyo de lo que te puedo señalar, el ambiente relajado donde el proceso es lo que reina, el estar, para vivir con mayor calidad la relación y el vínculo filial.

Estas observaciones y devoluciones consisten en:
1. Vienes al espacio preparado (en Alcalá de Guadaíra, Sevilla) con tu hijo/a -previa cita- y yo observo su juego y tu acompañamiento.
2. En una segunda sesión (sólo con el adulto/a - on line o presencial-) te hago una devolución con lo que he visto de cómo funcionáis en vínculo tu hijo y tú y qué aspectos puedes enfocar para que sea más relajada la vida entre vosotros y se dé con mayor facilidad el desarrollo del niño/a.

El grupo de acompañamiento que actualmente está con plazas libres está formado por madres/ padres, madres de día, educadoras infantiles y profes, también en Alcalá de Guadaíra, Sevilla, y en él trabajamos cuatro horas durante una tarde al mes, de 16:00 a 20:00 ( ahora mismo el grupo que está abierto nos reunimos la primera tarde de miércoles de cada mes) para que, enfocando la relación contigo misma y tu niña interior mediante dinámicas y trabajo directo conmigo,  y el aprendizaje de nuevos recursos, materiales y enfoques de relación con los niños/as, transformes la calidad de la vida con tus hijos o niños/as que acompañas.  

Si necesitas más información, puedes llamarme al 682828378 o enviarme un whatsApp.
Un abrazo y feliz día,

Mon Gómez





Alcalá de Guadaíra, Sevilla
Acompañamiento a los hijos en ambiente preparado
Consultas individuales y formación a colectivos
en acompañamiento consciente a los hijos/as y
crianza respetuosa con sus procesos de vida 

Teléfono: 682828378


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4 comentarios:

  1. Cuánta verdad en estos dos pasos hacía atrás. Como para no hacerlo!!!
    Gracias Mon por estos consejos que siempre vienen bien para reajustarnos como buenos padres que queremos ser en medio de tanta información ruidosa. 😘

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  2. Qué belleza de blog! En tus palabras puedo entrever sabiduría y paciencia. Creo que he estado haciendo eso de los dos pasos hacia atrás con mi bebé de 14 meses. Ella es grandiosa. Me frustra un poco que aunque yo le permito que juegue libremente, otros adultos incluso perfectos desconocidos constantemente meten sus directrices. Como que una mamá que está ahí mirando y acompañando no estuviera del todo bien, como si a la pobre peque le faltara el adulto que dice "no, eso no. Que te vas a caer y te vas a hacer daño". Qué difícil es a veces. Veo que hasta los nenes de 6, 7 años ya se comportan con los bebes como pequeños generales de ejército: ponte aquí, haz así, haz asa. Gracias por esd espacio tan maravilloso que tenéis. Abrazos.

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